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  • Foto del escritorPatricia Sirebrenik

Opinión: La tercera Vía


Desde que se conoció el resultado del plebiscito para una nueva Constitución con el consabido 80% (78,28 %) del apruebo vs 22% (21,72 %) para el rechazo, se percibió una tendencia de la -en ese entonces oposición- a asociar la totalidad de los votos de mayoría a electores de izquierda. Pero Chile no es, ni nunca ha sido 80% de izquierda.


Con el pasar de los meses, se ha agregado un nuevo factor: Las críticas a los convencionales en materia de los criterios, calidad y sentido común para la creación, redacción y votación de las indicaciones, la discusión y selección de cuáles se rechazan y aprueban en las comisiones etc.


Voces desde varios sectores ciudadanos y políticos que votaron apruebo han alzado la voz de alerta señalando que tal como se está redactando la Constitución y de no enmendar rumbo podrían votar rechazo. Así surgió “Amarillos por Chile” un movimiento ciudadano liderado por el poeta y profesor de literatura Cristián Warnken.


Incluso un conocido medio de comunicación de izquierda sorprendió a todos advirtiendo que habría que votar rechazo si la Convención Constitucional no corrige su senda.


La última encuesta publicada por tuinfluyes.com (febrero 2022) demuestra que la opción apruebo no tiene la mayoría absoluta. Y aunque la tuviera sería hasta ahora un resultado estrecho, especialmente por el alto porcentaje de indecisos que esta vez están obligados a votar y que por ende uno y otro sector tiene posibilidades de captarlos.

Pero ¿Debería ser la Constitución del 80 -si se vota rechazo- la única alternativa para un alto porcentaje de los que votaron apruebo y que ahora están pensando en la posibilidad de rechazar la nueva? No lo creo. Sólo el 22% votó por mantener la actual Constitución. Sería un gran error que, de ganar el rechazo, no se le entregue una opción a las miles de personas de centro moderado que aprobaron y que no quieren volver a fojas cero.


Tampoco se le puede cerrar la puerta a todos aquellos que se están pronunciando en Redes Sociales -especialmente jóvenes- y que prefieren aprobar cualquier constitución “por mala que sea” antes de volver a la “Constitución de Pinochet”.


Desde mi punto de vista el plebiscito de salida con voto obligatorio debe ofrecer una tercera vía. Por una parte la opción “Apruebo” y por otra, la alternativa "Rechazo" pero que no sólo identifique al 22% sino también a los que votaron para lograr una constitución que representara a todos y que se supone sería mucho mejor a la actual, cuestión que a juicio de muchos no se está cumpliendo hasta ahora.


Una papeleta que incluya una tercera vía. Y eso se podría llevar a la práctica ofreciendo 2 opciones para el que vota rechazo: Primera opción "Rechazo manteniendo Constitución actual” y segunda opción que entregue la posibilidad de rechazar para que 12 meses después se plebiscite una redactada por el actual Congreso... ¿O será muy ingenuo mantener la esperanza que los parlamentarios logren redactar y acordar una propuesta que recobre el sentido común de una verdadera casa para todo(a)s?

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